Cuando los insultos del heredero invadieron la oficina, Gabriel tejió su propia salida y descubrió hasta dónde llega el poder de quien decide no callar.
Cumplía con las tareas de cinco personas, trabajaba con recursos mínimos y tenía un jefe que la ninguneaba.
Supo que sus días estaban contados.
Con 15 años en la empresa y el legajo número dos, Damián era casi un miembro fundador...