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Como si te obligaran a filmar el guión de tu propia despedida

De pilar contable a “recurso prescindible” tras una adquisición inesperada

Esta historia está basada en hechos reales.
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Los nombres han sido cambiados para proteger a sus protagonistas.

1. El elogio y la sorpresa

“Diez años en la misma empresa en España, siempre con evaluación excelente, rodeado de compañeros agradecidos… ¿cómo pudo pasarme a mí?” Se lo preguntó Manuel cuando recibió el correo que confirmaba su despido colectivo. Hasta hacía solo unas horas, sus superiores elogiaban su contribución para cerrar los balances anuales con precisión casi quirúrgica. Aquella mañana, sin embargo, nada importaba: su puesto, que habían alabado hasta la saciedad, dejaba de existir.

2. La promesa rota (flashback)

Cinco meses antes, en una videoconferencia global, Microsoft anunciaba su intención de adquirir la división de videojuegos. “No se preocupen: solo revisaremos quién aporta al núcleo creativo”, aseguraban. En España, Manuel y más de treinta compañeros recibieron un correo con el rótulo “Potencialmente impactados” y una fecha aproximada de fin de contrato. Fue el primer destello de alerta, pero muchos siguieron confiando en su trayectoria impecable.

3. Entrenando a tu propio reemplazo

Durante los últimos cuatro meses, la directiva exigió a Manuel formar al equipo externo que vendría desde India. Día tras día, él enseñaba cada proceso contable, cada fórmula y cada atajo de los sistemas internos. “Fue lo más desagradable”, recuerda. “Como si te obligaran a filmar el guión de tu propia despedida”. El gesto, más que una tarea, fue un tijeretazo emocional: preparaba el terreno para hacer irrelevante todo su aprendizaje.

4. La negociación exprés

Cuando la Ley de Despidos Colectivos exige un proceso de negociación para más de treinta afectados, se abre un plazo de, al menos, treinta días. Pero la confirmación oficial del carácter “colectivo” llegó solo un mes antes de la fecha límite. Entre reuniones conciliadoras y mensajes crípticos de Recursos Humanos, Manuel y sus compañeros apenas tuvieron tiempo de organizar una estrategia, revisar propuestas de indemnización o buscar asesoría legal. La empresa había ganado ventaja con el reloj a su favor.

5. Reflexión final: la lección imprevista

Hoy, desde su casa, Manuel acepta la contradicción que vivió: “Trabajé en un entorno excelente, con buen salario y beneficios; jamás hubiera imaginado un final así”. Ahora sabe que, por muy estable que parezca un empleo, siempre existe un factor externo que puede alterar tu realidad en un clic. La historia de Manuel recuerda que la estabilidad laboral es un espejismo y que, tras cada promesa de futuro sólido, puede asomarse alguien dispuesto a desmantelar todo de un plumazo.

Extracto auténtico
“En ningún momento nos confirmaron al 100% que sería colectivo hasta un mes antes… y nos tuvieron en ascuas sin posibilidad real de defendernos como grupo.”

Manuel aprendió, a la fuerza, que el único control real que uno tiene es prepararse para lo imprevisible. Ahora explora opciones, actualiza su CV y reflexiona: “La verdadera seguridad no está en tu empresa, sino en tu capacidad para reinventarte”.

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